miércoles, 11 de marzo de 2009

Reforzar la fe

Cuando aparecen problemas de distinto tipo dentro de un hogar, muchas veces provocan tristeza y depresión al no encontrar el porqué de esa situación. El matrimonio debe en ese caso tomar la iniciativa de insuflar entre ellos un espíritu de fe y esperanza. Deben alentarse mutuamente con palabras y actos que demuestren que todo lo que sucede está manejado por Di-s para el bien, aunque el ser humano no pueda entenderlo con su limitada capacidad.

Debemos aprender a tener en nuestra boca y corazón frases de nuestros Sabios tales como: "Todo lo que Di-s hace es para bien", o "Nadie mueve un dedo en la tierra, si no lo decretan desde el Cielo". De esta manera, fortaleceremos la Emuná en los momentos difíciles. Si lamentablemente sucedió una pérdida económica, se debe buscar lo positivo de la misma. Quizás fue una Kapará por nuestros pecados y gracias a Di-s, no se trató de algo más grave. Debemos recordar, por otra parte, que los sufrimientos borran los pecados de la persona como comenta el Talmud: "Toda persona que Hashem quiere, recibe sufrimientos" (Berajot 5). Debemos tener presente lo que menciona Ribí Ishmael en Arajin 15: "Toda persona que pasa cuarenta días sin sufrimientos recibe su pago en este mundo".

Con una óptica adecuada de la vida, las preguntas desaparecen y la paz y la tranquilidad retornan al hogar. Por eso, es importante que la pareja concurra a estudios de Torá o lea, en conjunto, libros de Musar que cambian la visión equivocada de los sucesos de la vida por una óptica llena de fe y esperanza como base del hogar. Así desaparecerán las quejas y lamentos que hoy lamentablemente se hicieron cotidianos. Renacerá el ¡Baruj Hashem! ¡Bendito eres Di-s! y el ¡Min Hashamaim! ¡Todo es del Cielo!, que nos darán la felicidad verdadera sin nervios ni sufrimientos.

Precisamente, el único modo para evitar una pelea es trabajar sobre uno mismo para reforzar la fe y aprender a vivir con alegría. El profeta Zejariá 8 nos dice que "la verdad y la paz serán amadas". Aparentemente, se trata de dos conceptos contradictorios, ya que si observamos al prójimo bajo la óptica de la verdad encontraremos errores y falencias que provocarán la discordia. El problema consiste en que buscamos la verdad en el otro y olvidamos analizarnos a nosotros mismos. Si lo hiciéramos, tomaríamos conciencia de nuestros defectos y la paz con el prójimo sería fácilmente encontrada. A eso se refirió el profeta Zejariá.

Es cierto que a veces se requiere de un control especial para no reaccionar, pero precisamente por eso es que el rey David nos enseña: "Busca el Shalom y persíguelo" (Tehilim 34). No se trata de esperar a que el Shalom nos encuentre en forma circunstancial, sino que debemos buscarlo y perseguirlo anulando nuestra propia honra o sentimiento para poder encontrarlo. Se cuenta sobre Napoleón que al pelear con Rusia llegó a una ciudad muy fortificada y no podía derrumbar sus murallas. La sitió aguardando a que sus habitantes se rindieran con el correr del tiempo. Sin embargo, como éstos disponían de gran cantidad de alimentos, fueron los soldados de Napoleón quienes se impacientaron sugiriendo regresar a sus hogares. Napoleón decidió disfrazarse en compañía de un general e ingresar como espía en la ciudad para ver la situación real del lugar: si aún disponían de alimentos regresarían, pero de lo contrario, el sitio continuaría hasta que se rindieran.

Pudieron ingresar a la ciudad en forma oculta y llegaron a un bar que estaba colmado de soldados que intentaban emborracharse para olvidar el hambre que padecían. Los comentarios eran que no había alternativa: caerían en las manos de Napoleón y su ejército. Cuando los dos espías -Napoleón y su general- escucharon y entendieron la situación, intentaron retirarse: la misión estaba cumplida. Pero de repente uno de los soldados rusos exclamó: "observen a ese campesino: ¡juraría que es Napoleón!". Los espías comenzaron a temblar, pero la suerte estuvo de su lado porque todos sus compañeros se burlaron del soldado. "¿Cómo es posible que el propio Napoleón llegue hasta acá y con ese aspecto tan despreciable?", le dijeron. El general que acompañaba a Napoleón decidió eliminar cualquier tipo de sospechas y le pidió a Napoleón que le sirviera un poco de vino. Napoleón, que comprendió la idea del general, comenzó a servirle pero lo hizo en una forma bastante brusca que provocó que el vaso cayera sobre el piso y se derramara el vino. El general, indignado, golpeó a Napoleón quien cayó al piso a la vista de todos. Cuando intentó levantarse, recibió un puntapié del general que lo insultó y ofendió por su necio comportamiento. Los soldados rusos se rieron de lo sucedido y confirmaron "el error" del soldado: nadie se atrevería a golpear de esa forma a Napoleón. El general pagó la botella de vino y se retiró junto a Napoleón sin que nadie sospechara sobre la verdadera identidad de ambos. Cuando llegaron a un lugar oculto, el general se posternó delante de Napoleón llorando y pidiéndole perdón por los golpes que le había dado. Napoleón lo abrazó, lo besó y le dijo: "mi agradecimiento te lo demostraré elevándote al cargo más importante de nuestro país y te llenaré de regalos".

Debemos aprender el mensaje. En algunas circunstancias la persona debe recibir por sus malas actitudes un castigo celestial. Pero la piedad de Di-s lo rescata del mismo enviándole una persona que lo insulte y lo ofenda. Si el ofendido tomase conciencia de que la vergüenza que recibe es por su bien y para conseguir la vida rescatándolo del sufrimiento, lo recibiría con la misma alegría que Napoleón, en el momento en que recibió los golpes. ¿Qué hubiese sucedido si Napoleón reaccionaba y le gritaba al general que debía mantenerle el respeto que merecía? Los soldados rusos hubieran reaccionado descubriendo la identidad de los espías. Sepamos soportar los malos momentos para poder vivir siempre con alegría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario