jueves, 26 de marzo de 2009

El Banquete Del Mashiaj

El octavo día de Pesaj está estrechamente ligado a la venida del Mashiaj. Así, la Haftará –lectura de los Profetas que sucede a la Lectura de la Torá en los días Shabat y Festivos-, ocupada con lo que debería ser la temática central del momento, en efecto, se halla repleta de alusiones directas y claras a la Era Mesiánica, cuando “el lobo vivirá con el cordero, y el león jugará con el cabrito” –situaciones que según las leyes naturales vigentes en la era del exilio son imposibles, al existir el mal sobre la Tierra- y “El erigirá un estandarte para las naciones y reunirá a los dispersos de Israel”.

Hace unos trescientos años, a medida que el momento de la venida del Mashiaj se hallaba más próximo, el Baal Shem Tov –Fundador del Movimiento Jasídico- instauró una nueva costumbre que enfatizaba en mayor medida aún aquella relación, Pesaj y Mashiaj.

El último día de Pesaj, por la tarde, hizo una comida adicional, llamada “Seudat Mashiaj”.

“Seudat Mashiaj” tiene la intención de implantar en nuestra conciencia la importancia del Mashiaj.

Entre los trece principios de la Fe Hebrea –de Maimónides- uno de ellos declara: “Creo con fe perfecta en la venida del Mashiaj; y aún si él tardara en venir, a pesar de ello, cada día esperaré que venga”.

Si bien aceptamos intelectualmente este principio, para muchos –incluso observantes de los preceptos de la Torá- el tema del Mashiaj perdura aún como algo intangible, algo abstracto. Es mediante la “comida del Mashiaj” –“Seudat Mashiaj”-que esta creencia férrea de nuestro pueblo se afianza.

Existe, además, otra razón que explica por qué el Baal Shem Tov ligó nuestra concientización del Mashiaj con una comida física.

En la Era Mesiánica, la Divinidad que se encuentra de un modo encubierto en el mundo de lo físico –no olvidemos que toda la Creación, como se explica en el Jasidismo, es una manifestación de Di-s, y las leyes naturales no son otra cosa que Su manifestación de un modo oculto –por eso la palabra Naturaleza, “Hatebá”, y la palabra Di-s. “Elokim”, poseen idéntico valor numérico, 86- y para encontrar esa Divinidad, a diferencia de lo que sucede en los milagros, cuando las leyes naturales se quiebran, hace falta ‘buscar’-será revelada de un modo abierto y manifiesto, visible a todos, tal cual expresa el versículo: “Se revelará la gloria de Di-s y toda la carne conjuntamente habrá de verla”.

El Jasidismo explica que los preparativos para una revelación deben ser paralelos y en idéntico espíritu a la revelación a que se pretende llegar.

Deben ser de igual naturaleza para poder denominarse, y ser, una preparación. Y dado que la revelación Mesiánica traerá la manifestación Divina a lo físico, resulta apropiado que la relación con el Mashiaj –ligada al último día de Pesaj –sea por intermedio de alimentos y bebidas.

Examinando el tema con un poco de detenimiento, encontramos un nexo adicional a la venida del Mashiaj y al octavo día de Pesaj.

Inicialmente, la festividad de Pesaj fue ordenada por la Torá por un lapso de siete días. Luego, cuando el pueblo se encontraba disperso en el exilio, y debido a la imposibilidad de conocer con precisión la cantidad de días que había tenido el mes anterior –lunar, de 29 o 30 días- y por ende desconocer la fecha exacta en la cual debía comenzar la festividad, nuestros Sabios instituyeron un día más a cada festividad, cubriendo así la eventualidad de que un mes anterior hubiera tenido 30 días.

Vale decir que en un comienzo el octavo día de Pesaj de hoy no era diferente a cualquier día laboral de la semana común. Sólo merced a la autoridad que la Torá concede a nuestros Sabios, el pueblo judío pudo convertir un día anteriormente mundano en uno sagrado.

Cuando venga el Mashiaj sucederá una transformación semejante en todos los ámbitos de la Creación: la misma materia mundana revelará los poderes trascendentales de Di-s.

Por ende, la realización de “Seudat Mashiaj” en ese octavo día de Pesaj constituye una preparación adecuada para esta transformación final.

En adición, no es casualidad que la institución de este festejo relacionado con el Mashiaj haya sido precisamente por el Baal Shem, Tov. Hay entre el Baal Shem Tov y el Mashiaj una relación particular.

En una carta suya –publicada en el Libro “Toldot Iaacov Iosef” –el Baal Shem Tov cuenta que tuvo un ‘ascenso’ a la cámara celestial del Mashiaj y le preguntó:”¿Cuándo vendrás, señor?”. A ello el Mashiaj le respondió:”Cuando tus manantiales se difundan hacia el exterior”.

Como resultado de esta respuesta, el Baal Shem Tov –y sus seguidores a través de las generaciones- se dedicaron con ahínco a difundir las enseñanzas del Jasidismo. Y puesto que esa era sumisión, no resulta coincidencia que haya sido él quien haya instaurado en el pueblo de Israel la costumbre de “Seudat Mashiaj”, también como parte de los preámbulos para su llegada.

Como ocurrió con muchas otras enseñanzas del Baal Shem Tov, la costumbre de “Seudat Mashiaj” fue revelada públicamente –aunque se realizaba en forma privada también anteriormente- por los Rebes de Jabad.

Tal es así que en al año 5666 (1906) el quinto Rebe de la línea dinástica de líderes de Jabad, Rabí Shalom Dovber de Lubavitch, sumó a “Seudat Mashiaj” una costumbre adicional:beber en ella cuatro copas de vino.

En la época del Baal Shem Tov, el elemento principal de “Seudat Mashiaj” lo constituía la Matzá. Su forma chata y seca, sin aditivos que le dieran sabor, son símbolo de humildad, abnegación y deseo de autotrascendencia. El vino, por el otro lado, tiene un sabor particular y causa alegría y placer. Así, éste se relaciona con el Ego, la individualidad.

La combinación de estos dos elementos nos brinda una profunda lección: la autosuperación no es algo que tiene lugar por encima del Yo, sino que puede realizarse también dentro de nuestra propia naturaleza. Luego de transformar nuestros deseos y voluntades fundamentales, debemos tratar de hacer uso de todos nuestros propios recursos personales a fin de servir a Di-s.

De ese modo, la innovación de Rabí Shalom Dovber de Lubavitch, ejemplifica la contribución general que el Jasidismo de Jabad concedió al legado del Baal Shem Tov.

El Baal Shem tov enseñó que cada judío podía revelar su apropia naturaleza Divina esencial, irguiéndose así por encima de su identidad personal.

Jabad, acrónimo de las palabras hebreas Jojmá –sabiduría-, Biná –entendimiento-, y Dáat –comprensión- atrajo las enseñanzas del Baal Shem Tov hasta el reino del intelecto, permitiendo así que ellos fuesen integrados y aplicados dentro de la estructura personal de cada individuo.

En nuestra generación es menester despertar la conciencia de otros judíos acerca de la práctica de “Seudat Mashiaj”. El Rebe anterior, Rabí Iosef Itzjak de Lubavitch, solía recalcar que estábamos próximos a salir a recibir al Mashiaj; en nuestros preparativos, sólo nos falta “lustrar los botones”. El Mashiaj está por llegar. “He aquí que aquel está parado detrás de nuestros muros, mirando por las ventanas, espiando a través de las aberturas” -las paredes del Galut ya están quebradas y el Mashiaj viene ahora.

Están los que argumentan que abordar este tema de tal manera “está demás”; que hablar abiertamente de nuestra relación con el Mashiaj podría alienar a algunos individuos y llevarlos a apartarse más de la vida judaica.

La verdad es precisamente todo lo contrario. Estamos viviendo los momentos inmediatamente precedentes a la venida del Mashiaj. La situación del mundo ha cambiado y las personas están dispuestas, incluso ansiosas, de oir hablar acerca del Mashiaj. Es por eso de suma importancia tratar que la mayor cantidad de gente se sume a la costumbre de “Seudat Mashiaj”, lo que a su vez nos hará sentir su influencia con mayor fuerza.

Que estos esfuerzos logren la realización de las profecías de la Haftará hasta llegar a que “Brotará una rama del tronco de Ishai...y el espíritu del Señor posará sobre él” con la venida del Mashiaj, pronto, en nuestros días.

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